image1 image2 image3

HOLA SOMOS SUMMER NOVELS|BIENVENIDOS A NUESTRO BLOG|AMAMOS HACER NOVELAS|VISITA NUESTRAS NOVELAS

If This Was a Movie

Capítulo 32

Una muerte que no mata.

Mi pulso cardiaco estaba acelerado, yo me encontraba completamente agitada. Alcanzaba a escuchar el ruido producido por los trenes al frenar y avanzar. Unos metros atrás me había bajado del taxi así emprendiendo mi carrera contra el tiempo, miraba mi reloj y luego la distancia que me faltaba para llegar. Tenía que intentarlo, una gran razón dentro de mí cuerpo quería disculparse con Justin, no sabía porque lo anhelaba tanto, pero si estaba segura que debía hacerlo.

Cuando llegue a la puerta de la estación, pude sentir como mi corazón se detuvo por un minuto, tenía realmente ¿miedo? De que no fuera encontrar a Justin. Respiré profundo y de un empujón abrí la puerta, así abriendo camino a mi vista; observé el letrero y los horarios de partidas de los trenes. Mi vista, tan rápido viajo por todo el lugar, tratando de ver si encontraba a quien tanto deseaba ver, pero por más que buscaba, no lo podía encontrar. Por un momento intuí lo peor, me sentía desesperada, y los pensamientos comenzaron a viajar en mi cabeza mientras me lamentaba el no haber podido hacer algo antes. Sentí una lágrima deslizándose por mi mejilla, inmediatamente me la sequé, pero era inevitable parar mi llanto ya que quien fue más importante en mi vida había decido dejarme por siempre. No quise quedarme observando como todo terminaría, tenía que actuar rápido, lo antes posible si no quería perderlo. Corrí hacia los policías, pregunte si lo habían visto. Realmente ninguno supo que decirme, nadie al parecer lo había visto y si hubiera sido así me dijeron que esperara lo peor, que el ya no podría estar aquí.

Mi cuerpo poco a poco comenzó a derrumbarse, era como si una vieja estructura que por largo tiempo a pesar de los (males) se mantuvo firme, pero siempre estuvo frágil y finalmente se vino abajo. Eso era lo que yo sentía en estos momentos, ya no podía soportarlo más, mis lágrimas salieron como si yo no pudiera controlar más mi cuerpo; quizá ahora me encontraba muerta en vida. Tomé asiento en una banca a lado de un dispensador de comida, mirando el reloj que tenía frente a una columna de piedra. ‘Tic toc’ podía escuchar ese sonido tan delicado explotar en mi oído, se comenzaba hacer insoportable y mis lágrimas infinitas. ¿Por qué sucedió esto? Yo pude haber hecho algo antes, pero mi estúpido orgullo no me dejo, claro, así siempre tenía que ser yo; tanto me lamentaba de ser como soy, pero ¿qué más podía hacer? Solo quería cerrar mis ojos para volverlos abrir y darme cuenta de que esto no era más que una horrible pesadilla, una de la cual me quería levantar si fuese así; simplemente lo hice, me no caí en la cuenta de que un minuto habían sido 30. Al abrir mis ojos y darme cuenta de que me encontraba aún en la estación de tren hizo sentir dentro de mí una gran decepción, después de todo si había sido real, lamentablemente todo había sucedido. ¿Había perdido a Justin por el resto de mi vida?

El cielo se tornaba gris, el espesor de las nubes indicaban que un tormenta se avecinaba aunque ya nada podía importarme. A la salida de la estación pedí un taxi, no tenía ánimo de nada, cuando el señor de taxi oía a Celion Dion no pensé que pudiera ser peor. Las gotas caían y se resbalan en el vidrio y juraría que podía ver el rostro de Justin dibujándose en el, ¿acaso ahora todo se referiría a él?

El lobby del hotel estaba igual que cuando me marché en la madrugada, solo que esta vez la gente corría a refugiarse dentro. Me dirigí a la habitación, todo tenía que estar ordenado, mañana partiríamos de regreso a casa, las hermosas vacaciones habían terminado así como lo mío con Justin.

–¡Espera! –Sentí que alguien me detuvo del brazo–. ¿A dónde vas?

Di media vuelta para poderle contestar de frente, hoy no me encontraba de ánimos para interrogatorios.

–Pierre, ¿no es obvio? ¿A dónde más podría ir si no a mi habitación?

–Claro. Lo siento, no fue mi intención molestarte –se disculpo.

¬–Si, de hecho… Yo debería ser la que se tiene que disculpar –pasé mis dedos entre mi ondulado fleco–. Hoy no fue un gran día.

Pierre cuidadosamente levanto mi cara tomando mi barbilla y con sus hermosos ojos grises me miraba con ternura, o quizá era preocupación, sinceramente no sabía con exactitud ya que, mi vista se desenfocaba en momentos. El sentir su cálida mano contra mi mejilla se sintió bien, aunque me hizo recordar a Justin e inmediatamente retire su mano de esta.

–Y Kelly? –pregunté a la falta de concentración e imaginación.

–Salió con Damien, fueron a comer. Yo decidí quedarme aquí por si acaso regresabas y aún no habías tomado algo.

–Gracias eres muy considerado –lo vi con ojos risueños, pero para este momento ya me sentía delirante.

–Oye… si no te molesta ¿podríamos hablar de algo? –Su rostro se volvió un poco más serio–. Es… un poco urgente.

–Bueno, si es así por supuesto.

Tomo mi fría mano entre la suya y me llevo hasta el pasillo donde se encontraban nuestras habitaciones. No sabía con exactitud a donde quería ir, y mis pensamientos se encontraban disueltos e inconexos. Siempre tenía que haber algo que marchara mal, al parecer estaba yendo en la dirección errónea, no suponía que lo peor le pudiera pasar a una sola persona. De repente Pierre solo se detuvo entre mi puerta y la suya y me miraba preocupado, pero al instante cambio su expresión a una blanca.

–Se que has estado llorando –lo soltó sin motivo alguno, haciendo que abriera los ojos y lo mirara asombrada–. ¿Podrías decirme por qué?

Había inmutado, no creí que él se fijaría en eso, aún más allá de eso me asombraba que siempre fuera tan observador. Mi labio inferior temblaba, no sabía con exactitud si era por miedo, frío o por la pregunta que me acababa de hacer.

–Yo… –tartamudeé–. ¿Cómo sabes que lloré?

–Desde que diste la vuelta cuando tome tu brazo, vi tus ojos rojos. Solo había dos razones lógicas por las cuales los pudieras traer así, pero descarte la primera –dijo excusándose–. Pero sigues sin responder mi pregunta. ¿Salió algo mal en ‘tu visita a esa persona’?

A veces me asombraba como Pierre podía saber muchas cosas, pero ignoraba el hecho de que lo sabía. Era como aquella persona que siempre cuida de ti, sabiendo todo acerca de ti, pero siendo completamente cauteloso para no ser sorprendido. Igual, quizá la tristeza se reflejaba en mis ojos, algo que no podía ocultar y él lo noto. Sin embargo me había dado una buena excusa para evitarle hablar de porque realmente estaba mal.

–Si. No me fue bien en mi visita –torcí mi boca–. ¿Y cuáles eran tus razones lógicas del porqué de mis ojos rojos? –lo volví a interrogar.

–La primera fue por falta de sueño, en la mañana te encontré en el mismo estado. Pero lo descarte ya que para esta hora y con el frío que hace te hubieras despejado un poco más, aparte de que se podrían ver venas rojas o un diferente enrojecimiento en tus ojos a cuando uno llora –finalizó de responder a mi pregunta–. Por otra parte, me gustaría que habláramos, por lo que vinimos. Ya que, no creo que quieras contarme porque lloraste.

Me sentía incomoda ante eso, no quería que Pierre se enterara de porque había llorado, no después de su confesión que me dio. Pero tampoco quería hacerlo sentir mal por no quererle contar, tal vez eso haría que creyera que no le tenía confianza. Un escalofrío recorría mi cuerpo, aquello de lo que quería que habláramos suponía que no sería nada sencillo de digerir, su expresión lo decía todo. Si quería hablar con él sin sentirme mal de contarle nada, tendría que evitar su mirada, aquellos intensos ojos grisáceos.

–Dime, ¿de qué es lo que quieres hablar?
–¿Recuerdas lo que te dije aquella noche? En el segundo piso de la Torre Eiffel. No me gustaría presionarte con una respuesta, no ahora mismo en el estado que te encuentras pero… –calló de golpe.
Espere a que concluyera lo que tenía que decir antes de que pudiera hablar, pero seguían sin decir nada. Su mirada cruzó con la mía y fue cuando sentí culpa, sabía lo que él tenía para decirme, pero yo no podía contestarle nada, mucho menos ahora que Justin se había ido. Las ganas de llorar regresaron a mí, esta vez por impotencia. Sabía perfectamente lo que se sentía que alguien a quien tu amas no te pueda responder ese amor, aquel sufrimiento eterno que te rodea, pero tampoco podía amarlo solo por no hacerlo sentir mal. Justin. Era en todo lo que mi cabeza se limitaba a pensar. ¿Pierre? No hallaba donde él podría caber. Aunque Justin se hubiera ido de mi vida para siempre, aún no estaba lista para comenzar amar a alguien más.

–Me gustaría preguntarte ¿Te gustaría tener una relación con migo? –Titubeo al final–. Enserio Tu nombre, necesito que seas sincera al respecto.
–Yo… yo…
Finalmente no lo soporte más y me solté en llanto. Pierre me acogió en sus brazos sin preguntarlo, apreté su sudadera tan fuerte. Me preguntaba porque siempre tenía que recordar a Justin; aquella vez cuando lloré en el café de la playa, el me cubrió entre sus brazos y fue cuando me dijo lo que anhelaba. Lloré con más fuerza y me deje caer al suelo, y sin soltarme Pierre igual. Frotaba de una manera tan especial mi espalda, mientras yo seguía ahogándome entre mi llanto ¿por qué todo tenía que ser tan difícil en esta vida? ¿Cuándo sería justa?
Luego recordé aquello que me agobiaba, esa idea de no poder volver amar a alguien más que no fuese Justin. Quizá eso pasaría, ahora lo estaba demostrando, esa debilidad que se había creado dentro de mí por todo aquello que habíamos vivido juntos. No esperaba que alguien lo entendiera, yo solo lo quería de regreso.

–Lamento si lo que te pregunto te puso así –susurró en mi oído.
Su voz lenta y áspera hizo que todo se estremeciera en mí, empezando desde la espalda. Pero no hizo que se calmara mi llanto. Él era tan dulce conmigo, nunca me falto el respeto y me hizo ver que aún existían cabelleros en esta época, él no merecía que una torpe chica le rompiera el corazón. ¿Cómo podría decirle que no?

–No… no fuiste tú –sollocé–. Soy torpe y lloro por todo.
Con suavidad acomodo un mechón de mi cabello detrás de mí oreja y me miro a los ojos con gran compasión.

–Tu no eres torpe, y no permitiré que te llames así –besó mi frente–. Solo me gustaría saber qué es lo que piensas –apretó con fuerza su mano.
Podía notar que al igual que yo, él se encontraba desesperado por saber que pensaba. Me dolía verlo así, sabiendo que yo era la causante de eso; viéndolo de aquel modo, yo era la causante siempre de todo. Pierre necesitaba saber la verdad, no le podía ocultar nada, él se merecía la completa verdad. Pude sentir mis mejillas calientes, por ende supuse que estas se habían enrojecido y, sin saberlo una fuerza vino a mí para contestarle a Pierre. Respiré profundo y calme mi llanto, con una voz un poco temblorosa le respondí.
–Pierre… yo no te puedo corresponder –cerré mis ojos para no poder ver su gran decepción en ellos–. Lo siento mucho.
En ese instante todo fue silencioso, no podía escuchar siquiera su respiración o la mía. No sabía que estaba pasando o si estaba pasando, tampoco quería abrir los ojos, tenía miedo de que al igual que en la estación todo estuviera como lo vi antes de cerrarlos. Thumb. Escuché un leve latido de mi corazón y supe que todo esto si sucedía, pero seguía temiendo por abrir los ojos.
–(tu nombre) –escuché una dulce voz pronunciando mi nombre–. Abre los ojos por favor.
Le hice caso. Si algo iba a salir mal al menos tenía que afrontarlo, no podía pasarme la vida entera huyendo y evadiendo mis problemas. Cuando los abrí pude ver los hermosos ojos grises de Pierre observándome detalladamente, como si me hubiese estado estudiando en lo que cerré mis ojos. Su expresión no mostraba nada, ni tristeza, ni felicidad. No podía saber cómo se sentía después de lo que le confesé, tenía idea pero no había forma de saber con exactitud aquello que sentía.

–¿Podrías al menos decirme porque no puedes corresponder mi amor? –lo dijo con tanta tranquilidad que llego asustarme.
–Bueno… –tragué saliva abriendo mi mente para lo que tenía que decir–. Hay alguien a quien no he podido olvidar, creo que eso tú ya lo sabes. Pierre… yo no te puedo ocultar nada, no después de cómo has sido conmigo. La verdad es que sigo amándolo, no puedo olvidarlo ni siquiera ahora que lo he perdido para siempre –a este punto se quebró mi voz y había indicio de que el llanto regresaría–. No pude hacer nada para detenerlo, ahora tendré que pagar mis errores, pero no sé si podré amar a alguien más. Cada caricia, cada palabra, cada mirada me recuerda a él.
Me sentía aún peor que antes, sabía que definitivamente le había roto el corazón a Pierre. Seguía siendo tan débil que ni siquiera pude afrontar su mirada, esto tenía que ser una broma, yo tratando de ser fuerte en todos momentos y ahora resulté ser una cobarde. Mi alma quería desprenderse de mi cuerpo por tanto dolor que sentía, ya que, sabía por lo que pasaba Pierre y eso me hacía sentir la persona más miserable del mundo. Y mientras sufría en mi pena y miseria Pierre me abrazo.

–Eso es todo lo que quería escuchar (tu apodo).
No entendía que sucedía. Estaba segura de que eso le dolería, sin embargo solo me abrazo y dijo esas palabras que no entraban en este contexto. Quizá Pierre no me amaba realmente, tal vez no le gustaba suficiente como yo pensaba. Mi cabeza comenzó hacerse un mar de pensamientos nuevamente, tratando de descifrar que era lo que pasaba y porque pasaba. Había entrado en una especie de shock, no podía siquiera preguntarle porque, necesitaba saberlo y entenderlo. ¿Acaso el no sufría por nada? Otro escalofrío recorrió todo mi cuerpo, mientras mi mirada estaba fija al suelo de mármol.

–Pierre… –alcancé a decir–. No entiendo. ¿Por qué?
Él ubico mi desenfocada y cansada vista a la suya nuevamente, pero al parecer seguía como estaba desde que comenzamos hablar de esto; sin expresión alguna. Sus ojos grises que se tornaban de varias tonalidades, ahora se encontraban de un gris neutro, como no los había visto antes, sin embargo seguían luciendo hermosos. Finalmente después de un corto silencio y su infinita inexpresión, hizo una corta sonrisa cerrada, y tomo mi mano.

-Veras… No sé por qué aún no lo entiendes, yo creí que lo harías a este punto pero veo que tendré que ayudarte un poco.
El cansancio me hacía difícil comprenderlo todo o tal vez, todo esto era difícil de entender. Sabía que en mi rostro se expresaba mi gran desconcierto de todo esto, y supongo, esa fue la razón por la cual Pierre siguió sin preguntarme nada.

–Bueno es que hay algo que quiero decirte…

Share this:

CONVERSATION

0 comentarios:

Publicar un comentario