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If This Was a Movie

Capítulo 28
Sentimientos confesados.

—Ya que es tú penúltima semana aquí, al menos dejame darte algo... ¿Me concederías una cena? —me pidió Pierre.

Ayer habíamos hablado de esto, de un definitivo final a mis vacaciones de fantasía. Pierre lo tomo con absoluta calma, algo que me tranquilizó y me hizo saber que nuestra amistad prevalecería.

—Sería un honor. ¿Cuando?

—Hoy mismo. A las ocho.

Anque me tomo por sorpresa su respuesta, no podía decirle que no. Me preguntaba que sería ahora que terminara todo, que ya no hubiera más Paris ni Londres. Cuando regresaramos a clases ¿todo sería igual que antes? Eso era lo que me preocupaba, pero por el momento tendría que dejarlo para después y concentrarme en disfrutar mis últimos días aquí.

—Perfecto. Te veo a esa hora —articulé con mis labios y me fui a la habitación.

kelly se había ido con Damien a un recorrido nocturno. Su término de amistad, aún no me quedaba claro ¿pero quién era yo para cuestionarlos?
Abrí mi maleta en busca de algo formal pero no tan serio, algo ideal para esta noche. Por desgracia, solo contaba con un vestido de cóctel negro. Busqué más a fondo por otra cosa pero no obtuve ningún resultado benefactorio. ¿Con qué me pondría el vestido si sólo tenía unos converse rosas?
¿En donde habían quedado mis otros zapatos?
Solté un gruñido y me senté furiosa en la cama. No podía ir con ese vestido y unos converse rosas a cenar ¿o sí?

Tomé un abrigo rosa que se asenejaba al color de los tennis y me lo coloqué encima del vestido. Me vi en el espejo; nada mal, el abrigo le daba un toque más fresco y menos formal. Aunque seguía sin convencerme la idea de los converse, no se veía nada mal el conjunto.
Me acomodé el cabello y lo deje suelto, lo único que lo adornaba era un broche en el. Delinée mis ojos y apliqué una sombra. Miré el reloj y ya me había pasado por diez minutos de retraso.

Al abrir la puerta me encontré con el rostro de Pierre, -lo que me hizo sentir un alivio y orror a la vez- Él llevaba un lindo smokin negro, y se veía hermoso con su cabello ondulado negro peinado de lado.

—Pierre...

—Creí que habías cambiado de parecer, así que viene...

—A ver si ya estaba lista o iría —concluí yo—. Ya estoy lista.

Él me sonrió de la manera más dulce y me ofreció su brazo. Entrelacé nuestros brazos y caminamos hacia el taxi.

—Que único el detalle de tus converse —los señaló—. Es increíble.

Eso me hizo sonrojar, su cumplido había sido bastante bueno.

Me encontraba nerviosa, mis palmas estaban sudadas. Mi corazón latia acelerado, podía oírlo retumbar en mis oídos. Y luego, cuando llegamos al nuestro destino, la nostalgia me recorrió.

—¿La Torre Eiffel? Qué lindo detalle —le apreté su mano.

—Y todavía falta más. Es una suerte que hayas traído algo cómodo para esta noche —miró mi tennis.

Me sonrió de una forma que nunca antes le había visto, tomó con fuerza -pero sin lastimarme- mi mano y salimos corriendo hacia la entrada de la Torre. A la mitad en un solo movimiento me tomó y me cargó entre sus brazos.

—Ja ja. ¡Pierre bajame! Nos caeremos —traté de decir, pero entre la risa no se si pude completar algo de lo que dije.

—Confía en mí, no caeremos.

Subimos al primer piso para una cena, la cual me prometió y acepté.

—Quiero brindar por nuestra gran amistad —alzó su copa en espera de la mía.

—Por nuestra amistad —repetí, chocando nuestras copas.

Había terminado la cena, me preparé para irnos pero Pierre tenía en mente algo más.

—Subamos hasta la punta ¿te parece?

—Pierre ¿crees que podamos? Mejor solo hay que subir al siguiente nivel.

—Como gustes —me tomó la mano—. Mientras vaya contigo no me importa el rumbo.

Oh Oh. El plan de disfrutar al máximo mis últimos días aquí se acababa de arruinar. Las palabras que dijo Pierre, inundaron irremediablemente mi cabeza con recuerdos de Justin. Llegó el perfecto recuerdo de la bicicleta boble, cuando le dije similares palabras a justin. Y... lo que más temía era que no pudiera volver a amar a alguien más sin pensar en justin.

—Qué bella es la noche —suspiré mientras admiraba el esplendor.

—Pero siempre habrá algo más hermoso que eso...

Volteé a mirarlo y fuí a recargarme al barandal.

—¿Exactamente, qué es más hermoso que esta noche?

—Tú —se paró a mi lado.

Tenía ligeras sospechas de que el diría eso, pero no creí que oírlo fuera más fuerte que imaginarmelo. Yo sola creaba confusión en mi interior, peor aún, conmigo misma. Es tan dificil llegar al punto en el cual, tienes miedo hasta de porobar algo diferente. No niego que desde que me paso lo inombrable, no quería volver a creer en el amor, pero algo aquí me hizo cambiar de parecer.

Primer regla del amor: Ama al que te ama, no a quien no lo hace. Segunda regla: No esperes que un viejo amor regrese, si la primera vez te falló, lo volverá hacer. Tercera regla:

Esa última aún la tengo que experimentar, así que con las dos primeras, todo indica a olvidar a Justin y darle una oportunidad a alguien.

—Pierre...

Nunca había sido tan dificil contestarle algo a Justin. Desde que recuerdo, la relación siempre fue tan natural; tan simple. ¡Chirriones! Debo olvidarlo. ¿Pero cómo olvidar a alguien que marcó tanto tú corazón?

—Ya se lo que vas a decir, y creeme que no tienes que decir nada. Mira... Yo te traje aquí porque quería decirte algo.

Tragué saliva e hize a un lado mis estúpidos pensamientos.

—Lo diré laconicamente... Tú me gustas y mucho —se precipitó al decirlo.

Lo soltó tan rápido que ni pude preparme para lo que venía. Simplemente ya no sentía el palpitar de mi corazón, tal vez con el impacto de la sorpresa se detuvo. De repente, empecé a tener demasiado frío, lo cual me hizo sentir helada. ¿Por qué tuvo que decir eso? Yo... yo lo quería, pero no lo podía amar como él a mi. Mi cordura recorría las mil y un posibilidades de verme a mí como la pareja de Pierre, pude ver aquella imagen pasar. No resultaba tan mal después de todo, digo, mi corazón después de tanto tiempo aún no seguía listo para amar, pero... tal vez podía darle una oportunidad a Pierre. Sólo tal vez…

—¿Recuerdas aquella noche después del recorrido en paris? —me preguntó—. Esa noche en la que te conté sobre mi padre. Ese día tenía ganas de besarte al final, pero me contuve, no quería precipitarme a nada, no quería arruinar nuestra relación.

—Yo... —me sonrojé por que sabía que, cualquier cosa que le dijera sería penoso—. Cuando te acercaste tanto a mi por primera vez, pude sentir nuevamente mi corazón acelerado por alguien.

Él pareció estar emocionado por un momento, pero después regreso a su cara de seriedad.

—¿Qué pasa? —le pregunté aflijida.

—Nada... Mira (tn), yo, a mi no me gustaría que alguien me dijera lindas cosas que me hicieran creer cosas, solo para quedar bien o algo parecido —bajó su rostro.

—Lo qué te dije, lo dije enserio. Yo nunca le mentiría a nadie acerca de lo que siento —lo tomé por su rostro, acercandolo a mí y le plante un dulce beso en su mejilla.

El sonrió de una forma exagerada, hasta por un instante me dolieron mis mejillas por pensar que las de él eran las mías.

—También sabes la historia del collar —tomó el dije de la golondrina emprendiendo el vuelo; la que él me había regalado—. Es hermoso ver que aún la sigas trayendo puesta. ¿Eso significa que te importo o simplemente sí que te gustaba?

Rocé su mejilla con mi mano—Probablemente la primera, tal vez la segunda o muy probable las dos. Pero no lo sabrás —quité la mano de su rostro—
Por cierto, Nunca te lo pregunté. ¿Por qué este collar te recordó a mi?

—Es que esa ave tallada, es tranparente, pura como tú. Aparte la delicadeza y hermosura de un ave, me recordó la tuya. Y por último... —calló y me miró fijente a los ojos—. Las aves son el signo de la libertad, como tu has demostrado serlo. Perfecta, libre de ser como quieres, algo simplemente increíble. Sin ataduras, sin nada que te impida serlo.

—Oh Pierre...

Tomó mi rostro entre sus manos y lo acercó más a él. Beso timidamente mis labios al principio, después llevó una mano detrás de mi espalda, situandola en la parte baja. Me apretaba como si no quisiera dejarme ir; comprimiendo mis pulmones y haciendo que me faltara el oxigeno, pero más que nada, absorbiendo mis labios en los suyos.

—Pierre, espera, esto no esta bien... —me hacia falta el aire.

—¿Por qué no? —chocó nuestras frentes.

—Porque aún no estoy lista...

—¿Para qué? —eso último lo dijo casi en susurro.

—Para esto. Para un relación. Para amar. Simplemente necesito tiempo para pensar… ¿Crees poder darmelo? —alejé de él para poder verlo a los ojos.

—Por ti esperaria una eternidad —acarició mi pómulo con su pulgar—. Te dejaré sola —me dedico una sonrisa para después, dar media vuelta y caminar hacia la salida con las manos en sus bolsillos.

Yo me quedé ahí, solamente mirando el brillo de las estrellas. Con una cara de felicidad que tal vez mostraba indicios de amor, con esa cara que me había dejado el primer beso de Pierre. Acariciaba mi mejilla y recordaba lo que había sucedido hace unos segundos y, no podía evitarlo, mi sangre teñía mis mejillas de color. Quizá había caído de nuevo en las trampas del amor.

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