El tren.
Ya se había vuelto constumbre madrugar, no era algo que me gustara del todo, pero si quería conocer Londres tenía que hacerlo. Primero fuimos a Francia, de ahí lleganos a la estación de tren y esperamos a que fuera nuestro turno de abordar.
—Es demaciado temprano —bostecé tapandome la boca—. ¿Por qué llegamos treinta minutos antes?
—Bueno linda, aquí somos muy puntuales. Y si llegas antes de la hoga es mejog —me guiño el ojo Pierre.
—Eso es bueno, y creeme no tengo nada encontra de eso... pero hemos estado madrugando mucho y eso ya esta comenzando a afectarme —rodeé los ojos.
—¿Qué te pargece si hacemos algo divegtido? —me dio una mirada retadora.
—Hmmm —pase mi mano por mi barbilla, alcé una ceja—. Acepto —le di la mano, él la tomó—. ¿De que se trata?
—Es algo sencillo. Sólo tienes que buscag un chico de aquí que te llame la atención —dijo indiferente.
—Okay... ¿Y eso para qué?
—¿Quieges divegtigte, no? Irgás con él que quiegas y...
Se levantó de la banca y camino hacia una chica rubia de ojos azules. Le dijo varias cosas, luego ella sonrió y él le susurró al oído, la chica se ruborizo y luego asintió dándole un papel a Pierre.
—Parece que se está divirtiendo —me dijo Damien, quien se sento a mi lado.
—Eso parece —afirmé.
—A él le gusta divertirse con chicas cuando está aburrido, sólo va y les dice unas cuantas palabras y ellas caen —me explicó Damien—. Así de sencillo consigue como... veinte numeros de chicas —se rió.
La verdad a mi no me molestaba en lo absoluto que Pierre hiciera eso, no eramos siquiera amigos para preocuparme por él. La que me preocupaba era la inocente chica, ella no tenía idea de los estúpidos encantos de Pierre. Él era un zorro.
Después de una despedida con <<la nueva chica>> Pierre llegó a mi lado con una gran sonrisa.
—Esto —me enseño el papel en su mano—. Es lo que tienes que conseguig.
—¿Y qué es <<eso>>? —le pregunté incredula.
—Creo que es algo... obvio —me apretó el cachete—. Es su número.
—Pierre, ¿la llamarás después? —le pregunté rápidamente.
Él puso los ojos en blanco. Fue ahí cuando me dí cuenta de que había planteado mal mi pregunta, eso sonó como si me preocupara que él fuera a llamarla. Así que inmediatamente la cambié.
—Quiero decir, que no esta bien que juegues con los sentimientos de los demás Pierre —me crucé de brazos.
—Oh, vámos (tn), ¿qué no ves que no daño a nadie?
—Claro que sí. Lo haces!
—¿Cuales son tus argumentos para iniciar esta discución?
—Ella esperará más de una hora a que la llames, luego se dará cuenta de que fue una estúpida por creer que le llamarían... y al final, le dolerá tanto hasta el punto en el que creera que ella tiene la culpa. Se sumergirá en ideas como: Estoy gorda, tal vez este fea, por eso no me llamó. Y no volverá a confiar en los hombres.
—Wow (tn), lo dices como si eso te hubiera pasado —su tono era de preocupación.
Su comentario, aunque él lo sintiera, me había molestado ¿a mí, pasarme eso? Primero muerta antes que estúpida. Yo sólo comente lo de la chica para que él dejara de jugar con los sentimientos de los demás.
—¿Estás enojada? (tn)... antes de que digas algo ó te enojes pog algo así, yo solo le pedí una hoja en donde me anotará la dirección del Big Ben —confesó.
—Y de paso su número —añadí aún enojada.
—Yo creo que tienes celos —alzó sus cejas continuamente.
—¡Eres un tonto! Y para que veas yo SÍ conseguiré un número sin tus trucos arcaicos —le guiñe el ojo y fui detrás de un chico castaño.
—Hace mucho frío —hable fuerte para que él chico me pudiera escuchar.
Esperé unos cuantos minutos una respuesta del chico, pero no dijo nada. Tenía que demostrarle a Pierre que yo también podía jugar este juego. Pensé unos segundos en la táctica que ocuparía para entablar una platica, inmediatamebte vino a mí.
—Disculpa ¿qué hora es? —le pregunté al chico.
—Son las... —miró su reloj—. Cuarto para las siete.
—Muchas gracias.
Me quedé callada y ahora me tocaba hacer mi segundo movimiento.
—Perdón por ser intromerida pero... ¿Tú también irás a Londres?
Y antes de que él chico pudiera contestarme, llegó el tren. Las puertas se abrieron y una morena de ojos verdes se bajó corriendo y abrazó a mi victima.
—¡Amor te extrañe tanto! —le planto un atrancon de beso—. ¿Estás listo para irnos?
Justo tuvo que ser el día de hoy cuando me tuve que haber humillado. ¿Cómo no lo pensé antes? ¿Por qué no supuse que aquel chico ardiente tendría novia?
Estrellé mi mano en mi frente repetidas veces, diciendome lo torpe que era.
—(tn) ¿subirás al tren? —me llamó Kelly desde el interior.
Suspiré desanimada y me dirigí dentro del tren, iba a enfrentar mi gran derrota y humillación frente a Pierre. ¡Brillante fui en el momento que acepte su juego!
Luego la voz de un chico, nada familiar, me habló.
—¡Hey! Se te cayó esto.
Me giré para ver de quien se trataba esta vez. ¡Y vaya sorpresa que me llevé! Él chico era bastante guapo; ojos marrones y cabello rubio.
—Ten —me entregó mi boleto de tren.
—Santos macarrones! Gracias, me has salvado una corrida del tren —le guiñe el ojo.
—De nada hermosa —me sonrió—. Es una lástima que yo me tenga que ir, me gustaría conocerte mejor.
—¿Sentimos igual? —fingí sorprenderme—. Porque a mí también me gustaría conocerte mejor —hice mi mejor sonrisa.
—¿Qué te parece si te doy mi numero y cuando quieras damos una vuelta?
—Por supuesto. Es una excelente idea.
Rápidamente saqué mi celular y anote su número. Me dió un beso cerca de la comisura de los labios, se lamió los suyos e hizo una salida única.
Me di media vuelta y con una gran sonrisa me dirigí a Pierre; sentandome a su lado.
—¿Pog qué tan feliz? —me preguntó de una forma arisca.
No le dije nada, sólo le enseñe la pantalla de mi celular. Él un poco molesto se giró y me susurró al oído.
—Esta vez ganaste pero la próxima ganargé yo.
Y al rocé de se sus labios con mi oreja, pude sentir el palpitar de mi corazón acelerarse y todo mi cuerpo estremeserce. Vaya que este día había comenzado de la forma más rara.
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