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If This Was a Movie

Capítulo 31

El conflicto.

Eran las cuatro de la madrugada y estaba sentada en la silla frente al ventanal. Mi mirada a cada segundo -el cual parecía una hora- se dirigía al reloj. Estaba desesperada y la paciencia se me acortaba. Esperaba a que diera una hora razonable en la cual, le pudiera llamar a mi madre, necesitaba hacerlo con urgencia. Aunque… desde que llegué aquí no le había llamado tan seguido como le prometí, pero ahora necesitaba pedirle algo con urgencia.

No había visto mi apariencia en el espejo, pensandolo mejor, nisiquiera había dormido. Podía imaginar que, ahora tenía unas grandes y antiestéticas ojeras bajo mis ojos. Sinceramente, eso era lo menos que importaba.

Volví a ver el reloj y ya no aguantaba más, me volvería loca si tenía que esperar un minuto más para llamarle a mí mamá. Me levanté y corrí hacía el teléfono de la habitación, alzándolo velozmente y marcando el número.

—Por favor contesta. Por favor —repetía en lo que esperaba.

Mis dedos golpeaban el buró, uno tras otro, en un fijo orden. Mientras que al otro lado de la línea mi madre seguía sin contestar. Ese irritante sonido de espera me ponía de punta, de hecho, me encontraba algo susceptible a la falta de sueño. Antes de que estuviera apunto de colgar, escuché la gloriosa voz de mi madre.

—¿Si? ¿Quién habla? —contestó somnolienta.

—Soy (tu apodo) mamá. Oye… primero antes que nada, perdón por llamar a estas horas. Segundo, perdón por no haberte llamado estos días. Y tercero, ¿Cuál es la dirección de Diana? Es que antes de irme, quiero pasar a saludarla —le expliqué fluidamente sin espacios, tenía tanta prisa que no había tiempo para explicar algo.

—(tn), hija, habla más lento, lo único que te entendí fue algo de Diana —bostezó.

—Eh… no importa mamá, solo dame su dirección —le exigí con prisa.

—Bien, pero tranquilízate, parece que realmente quieres verla.

Por el ruido que creo la bocina del otro lado, supuce que mi madre la dejó en la mesa y fue por algo. Si ella supiera o tuviera una minúscula idea de para que quería la dirección de Diana todo cambiaría, pero por supuesto, eso nunca se lo diría.

Nuevamente me encontré atraída por ese odioso hábito de morderme las uñas, pero a pesar de que no era algo que hiciera, esto de esperar por alguien hacía que lo hiciera.

Después de que mi madre regreso de buscar la dirección, me la dío y, no quise ser grosera con ella por colgarle sin decirle nada, pero el tiempo en estos momentos era oro.

Fuí al baño a lavar rápidamente mi cara y, efectivamente, tenía unas grandes ojeras. Me cambié impresionantemente rápido y salí silenciosamente de la suite para no levantar a Kelly.

—Hey ¿vas a algún lado? —preguntó una voz varonil detrás mío.

—Yo… —dí media vuelta para encontrarme frente a Pierre—. ¿Qué haces despierto a estas horas?

—No evadas mi pregunta —se recargó en la pared a mi costado derecho, poniendo sus intensos ojos grises en los míos—. Pero ya que lo preguntas… yo podría hacerte la misma pregunta.

Metí la tarjeta-llave de la habitación en mi bolsillo y le contesté.

—Quiero ir a ver a alguien, ¿qué hay de ti?

—Tengo el sueño ligero y normalmente salgo a caminar en las madrugadas —me sonrió, pero después su rostro cambió a uno más serio—. Por lo que veo, tu tampoco has dormido bastante bien —posó su mano derecha en mi mejilla y con su pulgar delineó mis ojeras.

Cerré mis ojos tomando su mano y la retiré de mi rostro. Abrí mis ojos.

—Sí. Ahora eso es lo que menos importa —respondí un poco áspera.

—¿Te encuentras bien (tn) ? Me preocupas un poco —su rostro se veía afligido.

—Confía en mí. No es nada —le di un pequeño apretón en su mano que, curiosamente, aún sostenía en la mía—. Ahora me tengo que ir.

—Esta bien, cuidate y por favor, no te vayas a perder —buscó algo en el bolsillo delantero de sus jeans y se alejó.

Por un momento pensé en la posibilidad de pedirle a Pierre su compañía, pero al instante descarté la idea. Si iba hacer esto, tenía que hacerlo sola.

Tomé las rutas que los residentes me sugerían, solo esperaba que estuvieran en lo correcto, y que lo más pronto posible llegara a mi destino.

El taxi al estilo típico de París me dejo frente a un condominio al contraste de los demás. Mire la dirección que había anotado en un papel y regrese mi vista al número de la casa; sin duda alguna tenía que ser esta. Abrí la reja semi abierta para darme paso a la puerta y justo cuando ya me encontraba frente a esta, me quede inmóvil. No sabía con exactitud que es lo que me pasaba, nisiquiera podía analizar la situación. Sentí un gélido escalofrío recorrer mi cuerpo, seguido de eso, vino un sudor frío. El tiempo avanzaba, los nervios bloquearon mi cerebro y yo sólo seguía ahí inmóvil.

Le eché un vistazo al reloj en mi celular, marcaba las cinco en punto. ¡Demonios! Tenía que tocar ahora mismo o probablemente lo perdería todo.

Mi mano temblorosa y sudada se acercó al timbre, y a cada segundo que mi dedo se encontraba más cerca de este, recordaba la razón por la cual me encontraba aquí. La debilidad se apoderaba de mi, mientras que el odio me consumía entera. Apreté fuertemente los ojos queriendo traer hacia mi todo el valor que hace unas horas atrás tenía. Finalmente toqué el timbre. Esperé unos minutos, no hubo respuesta, y cuando creí que no me abriría se escucharon unos ruidos en el interior. Indecisa, pegué mi oreja a la puerta para tratar de oír un poco mejor, fue cuando escuché su voz gritando a la lejanía: "Ya voy."

Me alejé acelerada de la puerta y esperé a que abriera.

<<¿Quién carajos es a esta hora?>>

Le escuché maldecir antes de abrir la puerta.

—Podrías venir máss… —calló cuando finalmente me miro a la cara—. ¡(tn), pero que sorpresa! —dijo con <<alegría>>, recargándose en el marco de la puerta.

—Lo mismo digo —respondí con el mismo tono, manteniendo una gran sonrisa en el rostro—. Diana —dije en seco cambiando mi expresión a una seria.

—¿Qué sucede cariño? —me preguntó con voz melosa.

—Eso es exactamente lo que quiero que me digas —respondí entre dientes—. ¿Qué es lo que sucede?

Ella me lanzó una mirada confusa, se apretó más la bata de color rosa pálido, y al final decidió hablar.

—No se de que hablas —cambió drásticamente su actitud.

—¡Por favor! ¡Claro que lo sabes! Todo ese papel de la buena hermana, la que se preocupaba por mí, la que fingía mostrar interés… ¡Todo fue una estúpida farsa tuya! ¿No es así? ¡Eh! —le dije en un tono alto, apunto de grito—. Todo ese tiempo, me tenías como querías ¿no? Como tú hermana torpe que confío en ti, mientras tú eras una… y jugabas con las personas más importantes para mí.

Me causo gran impresión ver que lo único que hacia era reírse como hipócrita.

—Eres una…

No pude terminar la frase, no podía rebajarme a su nivel. No se lo dije una vez, mucho menos se lo iba a decir ahora. Una gran rabia recorría mi cuerpo, haciendo hervir todo mi ser, tiñendo mis mejillas.

—Eres una estúpida, ¿Quién te crees para venir a mi casa y hablarme de esa manera? —habló por debajo, como si no quisiera ser escuchada por alguien más.

—Yo hago lo que se me apetezca, y TÚ, golfa —le piqué con fuerza su hombro—, No vas a decirme qué o no hacer.

Diana me agarró bruscamente por el brazo y me acercó a ella.

—No te atrevas a volver a llamarme así —me dijo sangoloteandome, podía notar toda su furia descargándose en mí, y principalmente mi brazo.

—¡Sueltame! —le exigí, mientras trataba de zafarme.

—¿Quieres saber la verdad? Te la diré niñita, me acosté con tú novio y me tomé todas esas fotos que te enseñé ese día. Las edite, claro esta, para después enseñártelas y hacer que terminaras con él.

—¡¿QUÉ?! —pregunté atónita, y pude sentir como las lágrimas se empezaban a acumular en mis ojos.

—Como lo escuchaste! Todo fue parte de un plan, ¡Absolutamente todo! —se río fuerte y después apretó mis mejillas con su mano para verme a la cara—. Pero no llores querida, no todo es tan malo como parece. Justin estuvo de acuerdo con todo el plan.

—¡Eso es mentira! —dí un grito ahogado.

—Tú sabes que es verdad —movío mi cabeza como si yo estuviera afirmando y luego la soltó con brusquedad—. Pero aquí no acaba todo, lo mejor es que… —se acercó a mi oído para susurrarme—. Te mintió. Si tuvimos relaciones y dejáme decirte que es exelente en la cama.

Se alejó de mí y comenzó a reírse.

No sabía si ella me decía la verdad acerca de eso o Justin me mentía, pero aún así me había dolido.

—¡CÁLLATE! —grité tan fuerte que hasta pude sentir que los tendones de mi cuello se desgarraron.

Junte todas las fuerzas que me quedaban y le pegué una cachetada.

—Me hiciste demasiado daño, por tu culpa perdí al ser que tanto amé. Eres tan vil, ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué ganabas con eso?

—¿Sigues sin entenderlo? Odio que tú seas tan feliz como lo eras con Justin, te odio —frotaba su roja mejilla, y vi indicios de llanto en ella.

Me sentí mal por haberla golpeado, pero una parte de mí me decía que había hecho lo correcto. No quería soportar más verdades y remordimientos, tampoco quería parecer una cobarde, pero ahora que sabía la verdad necesitaba remediar las cosas. Necesitaba pedirle perdón a quien se lo merecía. Y si no salía ahora mismo lo perdería para toda la vida. Me giré y empecé a correr.

—¿A dónde vas? —escuché el grito de Diana a la lejanía.

Pero no me detuve a contestarle. No me dentendría para nada.

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