La Noche Oscura.
Me coloqué un vestido ajustado y brillante, era un poco llamativo pero en una disco nadie lo notaría. Me seguía sorprendiendo la gentilesa de Diana, pero por su puesto, no le reclamaría nada.
Tomé mi bolsa después de haber terminado con mi maquillaje de noche, me miré por última vez al espejo y fui a la habitación de Diana.
—Diana ¿estas lista? —llamé a su puerta.
—Más que lista.
Salió de su habitación con un vestido plata rayado, al igual que el mio, era ajustado. Odiaba reconocerlo pero... Diana lucia espectacular en su vestido. Miré un poco más abajo, a sus zapatillas, eran al color, de un tacón 15 y cerradas.
—¡Vamos a divertirnos! —me extendió la mano y yo la tomé.
Llegamos a la disco, el ruido se percivia desde metros atrás. Por alguna extraña razón empecé a sentir nervios, luego se fueron. Respiré profundamente y bajé del auto.
—Te quedarás a mi lado ¿verdad? —le pregunte aflijida.
—Hermana te traje para que te diviertas, no para que te cuide —me guiño el ojo—. Estaré cerca de ti si es lo que quieres, sólo que no te cuidaré —dijo y empezó a caminar—, Por cierto, casi lo olvido. No tomes nada que te inviten —sonrió dramaticamente y entro, yo fui detrás de ella.
El lugar era pésimo, no era feo pero la gente bailaba, todos estaban apretados, algo parecido a las sardinas enlatadas. El fuerte sonido de la música penetraba mis oídos, aún no estaba cerca del centro y podía sentir mis oídos sangrar, sentía que si seguía más aquí quedaría sorda.
Al instante que volteé Diana ya se encontraba lejos, bailando con un galán, o sea, su próxima victima. Seguí el consejo de no aceptar bebidas de extraños, quería un trago así que me dirigi a la barra. Cuando llegué a salvo a la barra pedí a gritos un Carol Kick, ya que la música era demasiado fuerte.
No conté el tiempo que estuve ahí, mucho menos conté las copas, sólo recuerdo que me empecé a sentir extraña. Un chico llego y bailamos, estaba completamente conciente de lo que hacía pero había una parte de mi que se volvió anexa a mi. Me sentía ligeramente mareada pero todo lo que veía o hacia me causaba alegría. Pedimos más tragos, yo bebia y bebia. Ahora me encontraba sin mucho control sobré mi, mis piernas temblaban y mi mundo giraba, aún así yo me sentía completamente feliz.
Una ronda más y desconocí el mundo.
—Daniela, Daniela despierta —comencé a oír en susurros a la lejanía—. Daniela, Daniela despierta —y aquellos susurros se volvieron más fuertes y reales, fue cuando abrí los ojos.
—¿Qué paso? —la luz me dio directo en los ojos haciendo que me vislumbrara, inmediatamente me tape los ojos.
—¿Sabes que hora es?
A pesar de que ya había oído esa voz antes, ahora no podía reconocerla. Traté de pensar un poco más pero mi cabeza punzaba.
—Ouch mi cabeza —me toqué mi cabeza—. ¿Qué paso?
Escuche que se empezó a reír.
—¡Vaya! Son las dos y media de la tarde si lo preguntas —me acarició la frente—, ¡Que noche la de ayer!
Se fue alejando riendo.
¿Qué había pasado ayer?
Me senté en la cama, mi orrible dolor de cabeza aumento. Abrí los ojos poco a poco y a un lado, en mi buró, se encontraba una aspirina y agua. La tomé sin dudar, si no me quitaba este dolor ahora explotaría mi cabeza.
No me podía quedar todo el día en la cama, así que me levanté y me dirigi a el baño para darme una relajante y semi-larga ducha.
Al salir vi mi celular, tenía un mensaje de Chris, decía:
¿Si nos veremos hoy? Hay algo que he querido decirte desde antes.
Le conteste: "Por supuesto"
Me arreglé rápidamente con algo simple pero bonito y estaba lista para ir.
0 comentarios:
Publicar un comentario