Diana.
Hay veces en la que ella es irritante, no, corrección, ella siempre es irritante. Es solo que... ahora se comportaba completamente diferente a lo que usualmente era Diana.
—Te quiero mucho hermanita —me abrazó y me dio un fuerte beso en la mejilla.
—¿Te sientes bien Diana? ¿Quieres que llamemos al doctor? —le coloqué mi mano en su frente, sólo podía observarla raro.
—¿De que hablas mensita? Me siento perfectamente bien —me tomó de las manos y dimos vueltas en la sala.
—Me fascina verlas así. Tan unidas —puso sus manos juntas y se veía tan feliz mamá.
Tal vez ella tenía razón. Tal vez Diana sí había cambiado, ojala haya sido por siempre, comenzaba a agradarme la nueva Diana.
—Las amo a las dos —Diana nos unió en un gran abrazo y beso nuestras mejillas.
—Yo también hija —nos apretó contra ella.
—Yo también Diana —susurré casi no audible para nadie.
***
Habían pasado cuatro días desde que la nueva Diana llego. Mi papá, como usualmente hacia, vino sin falta ayer.
Todo el amor en la familia se exparcia en la atmosfera de la casa, en cada milimetro de la pequeña casa se podía sentir. (http://www.defachadas.com/
Desde que Diana cambió, todo cambio. Supongo que la ausencia familiar le afecto, o se golpeó fuerte la cabeza y su forma de ser cambio. De cualquier forma, ahora me relacionaba más con ella, pero mis secretos seguían siendo inconfesables para ella.
Eran las cinco de la tarde. Me encontraba en mi habitación, estaba acostada en mi cama y la melodiosa voz de Justin sonó en mi habitación. Me levanté de un brinco y busqué como loca mi celular.
"¡¿En donde rayos estas?!", me preguntaba.
Me tiré en el suelo, busqué bajo la cama. Destendí la cama, tiré las almohadas y en un jalón salió mi celular.
—¡Al fin! —eleve el celular y conteste—, ¡Hola Chris! —pronuncié su nombre e inmediatamente una sonrisa se formo en mi rostro.
—Hola Dani. Oye... ¿por qué ya no me hablas? —sonaba bastante mal, algo triste.
—Chris perdón, es que mi hermana vino a visitarnos y hemos pasado bastante tiempo juntas —dije mientras jugaba con un lapicero.
—Espera. ¿Tienes una herma? No me lo habías dicho.
Me reí. —Es que no hemos hablado de nada realmente.
—Tienes toda la razón. Por eso, hay que vernos y hablar mejor.
—Si —me reí—. ¿Qué te parece el martes?
—Perfecto. Y así me dirás porque estas tan feliz.
—Por supuesto...
Alguien tocó mi puerta un poco fuerte.
—Espera tantito Chris —tape la vocina del celular—. Adelante.
—Perdón Dani, mis papás quieren que bajes a comer —me dijo dulcemente con una gran sonrisa en su rostro.
—Si, diles que ahora mismo voy —le sonreí.
Diana me regreso la sonrisa y se retiro.
—Chris perdón pero me tengo que ir, luego te llamo.
—Esta bien. Adiós.
Colgué y me fui feliz al pasillo. Al salir me encontré con Diana.
—Oh, creí que ya estabas abajo —coloqué mis manos detrás mío.
—Olvidé algo, pero baja, ahorita voy —apreto sus ojos y sonrió.
No le di importancia y bajé.
Al terminar la cena me dirigí a mi cuarto, antes de entrar Diana me hablo.
—¿Te gustaría ir mañana a una disco? —me preguntó.
—Si, no tengo nada que hacer —me encogí de hombros.
Dio media vuelta y se dirigió a su habitación, yo hice lo mismo.
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