Capítulo 3
Me levante agitada de un brinco de la cama. Mire exaltada el reloj, eran las nueve y media, se hacía tarde para ir a trabajar.
Hice meritos, tiempo record. Fue la ducha más rápida que pude haber
tomado hasta ahora, en mis diecisiete años. Me arregle, me coloqué mi
uniforme y salí corriendo.
En el camino iba molesta, realmente no quería trabajar hoy.
No podía contener por mucho tiempo él mal humor, eso no iba conmigo, mejor sonreí y me tranquilicé.
En el camino fui escuchando "Love Me". Nada tipico de mi. Miraba por la ventana del autobus e imaginaba varias cosas.
Un repentino pensamiento atraveso mi mente como una flecha, la de una
chica y un chico. Nunca antes había visto al chico, la chica me era un
poco familiar.
Él autobus freno brusco, lo cual hizo que me sangoloteara y aquellos pensamientos se esfumaran.
—Lo siento mucho —dijo el chofer—, El autobus sufrio un daño, se acabo
de ponchar la llanta. No llegaremos a sus destinos, por favor bajen con
calma para regresarles su dinero.
¡Perfecto, lo que me faltaba! Se hacia tarde y justo hoy, justo en este momento se tuvo que ponchar la llanta.
Desde ayer me encontraba un poco irritada, hoy se me había pasado pero
con esto regreso. Me las ingenie para pasar por todas las personas y
salir del autobus.
—Gracias y lo siento mucho señorita —se lamentaba en chofer, me regreso mi dinero y le repetía lo mismo a los demas.
Eran las diez y media, yo aún seguía parada en la acera tratando de
coger un taxi. Por dios, había millones de taxis en esta cuidad y ¿no
había ninguno desocupado? Era el colmo. Trate de relajarme y mirar
positivamente esta situación. Empece a caminar, con suerte me saldrían
alas y volaría hasta el trabajo, por desgracia eso no sucedería. Me
sente en la parada del autobus, ahora esperaría a uno. Ocupe ese tiempo
para analizar la situación.
En primer lugar: estos tres días
hasta ahora han sido pésimos, los peores. En segundo: hoy
definitivamente no quería ir a trabajar.
Antes de que pudiera pensar
en la tercera razón comenzó a llover, eso era estupendamente increíble.
Tercera: ¿Todo lo malo posible estaba destinado a pasarme justo hoy, en
estos días?
En mis lamentos paso un taxi y corriendo le hice la parada.
Llegando MUY tarde al trabajo, después de recibir una reprenda y una
amenza, me encontraba trabajando justo en donde siempre, detras del
mostrador.
—¿Desea algo más? —le pregunte al señor que atendía.
Le calculaba unos treinta y cinco años, tenía dos hermosos hijos. Una chica y un chico.
—No, es todo gracias.
—Le cobro trescientos cincuenta por favor.
El señor me entrego el dinero, yo su cambio y ticket, así terminaba.
Pasaron las horas, estaba a una hora exacta de terminar mi turno y
llegaron varios chicos. Venían haciendo relajo, riendo y divirtiendose.
Tomaron una mesa y una chica vino a mi para pedir su orden. Cuando lo
hizo, todo lo demás fue rutina.
Él día estaba frío, nublado. Sólo podía pensar en regresar a casa y tomar una taza de chocolate caliente.
El grupo de chicos termino, uno de ellos regreso a la caja.
—Disculpa, me podrías dar un Mcflurry por favor.
Él chico, lo había visto en alguna parte antes, estoy segura ¿pero en donde?
Cabello ondulado, ojos morrones, sonrisa perfecta.
—Disculpa —movía su mano frente a mi cara.
—Eh... si perdón ahora mismo, ¿algo más?
—Mmm... sí —me miraba fijamente con sus hermosos ojos. ¡Espera! ¿Qué rayos me pasaba?—, ¿Tu numero, crees que se pueda?
Mi corazón se paro, mi pulso se acelero. Definitivamente podía sentir
el calor en mis mejillas. Todo esto era tan raro, ¿por qué él querría mi
numero?
—Daniela... —susurro—, ¿Te puedo decir Dani?
—Perdón, pero... ¿Cómo sabes mi nombre? —pregunte atonita.
Me miro incredulo. —Quiza sea por Tu... etiqueta en tu playera lo dice —señalo la parte derecha en ella.
—Eh... ¡Sí, claro! Tienes razón lo siento...
Si antes sentía el calor en mis mejillas, ahora sentía que herbian.
Había pasado por una gran vengüenza frente a un chico hermoso.
—Entonces... ¿me lo darías? Mira... —se paso la mano detras de la nuca—,
Realmente no es para mi el numero, es para mi amigo. Te seré sinsero,
desde que llegamos y te vio no te quito la vista.
—Si, bueno, —mis ánimos en completo se fueron, creí que él quería mi numero— ¿Tienes en donde anotar?
—Sí, vamos.
Le di mi numero, él paso por su helado y antes de irse con los demás me dijo.
—Por cierto, mi nombre es Christian, mucho gusto —me guiño el ojo, seguido de eso, una hermosa sonrisa.
Tome mis cosas y salí. Mi turno al fin había terminado, y con esto me
di cuenta de que el día de hoy no había sido tan malo. Me había
equivocado por completo, mi pensamiento respecto a estos días era
erroneo y espero que siga así, porque este día era uno increíble.
CONVERSATION
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario